Nos preocupa que nuestros hijos no leen o lo hacen con mucho dificultad por ello para garantizar el éxito del aprendizaje es necesario implementar estrategias que ayuden a mejorar su velocidad lectora.
Los factores que influyen son múltiples y complejos: Afectivos y motivacionales, la implicación activa del alumno, las características del maestro, pero es necesario utilizar un métodos de enseñanza adecuado
La lectura fluida se caracteriza por ser comprensiva, rápida y sin errores. La mayoría de las definiciones de fluidez lectora se basa en los datos de la lectura en voz alta, ya que es la forma que permite, por un lado, calcular la tasa de lectura (cantidad de palabras leídas correctamente en un minuto) y, por otro, observar los aspectos prosódicos o expresivos, que son fuertes indicadores de la habilidad lectora (Hudson et al., 2005; National Reading Panel, 2000; Torgesen, Rashotte, & Alexander, 2001). Cuando se escucha la lectura de un niño, se puede determinar si presenta una lectura lenta y trabajosa, si trata las oraciones del texto como palabras sueltas y no como un continuo así como si respeta o no los límites oracionales y los signos de puntuación. Una lectura poco fluida genera agrupamientos de palabras sin un correlato sintáctico – semántico, lo que le impide al lector construir una representación adecuada del significado del texto.
Muchos niños y niñas se vuelven lectores fluidos sin instrucción directa sino a través de la propia práctica, mientras que otros requieren la implementación de distintas formas de intervención que los ayuden a desarrollar la fluidez. Entre ellas se pueden señalar los abordajes de lectura repetida, con o sin asistencia de un adulto, en los cuales los niños leen un mismo texto varias veces hasta alcanzar una tasa de lectura específica o se propone la lectura de un texto o una serie de palabras una cantidad determinada de veces, (Durante la escolaridad ambas modalidades lectoras son importantes. La lectura en voz alta parece ser la forma privilegiada durante el inicio del proceso de alfabetización porque se apoya en el feedback auditivo (automonitoreo) y, además, les permite a los docentes-padres; realizar un monitoreo externo de los progresos de los lectores (Prior & Welling, 2001; Prior et al., 2011). Sin embargo, a medida que los niños se convierten en lectores más eficientes, se produce el pasaje a la lectura silente y ésta paulatinamente reemplaza la modalidad en voz alta porque es la forma preferida para realizar actividades en el aula, para estudiar en el hogar o para leer como actividad recreativa.
La lectura silente le permite al lector leer a su propio ritmo, releer fragmentos o saltar párrafos y se vuelve una actividad individual, autónoma y autorregulada. El pasaje de la lectura en voz alta a la silente parece poner en evidencia la automatización de los procesos de acceso léxico y, como consecuencia, una lectura sin mediación fonológica y con un acceso directo al significado, lo que la convierte en la herramienta más efectiva para comprender textos
En la lectura en voz alta, el objetivo no solamente es comprender el material, sino también leer con precisión y expresividad, dado que esta forma de lectura podría pensarse como una lectura para el “auditorio”. en la lectura silente el objetivo es sólo comprender el texto, guiado por una lectura autónoma y autorregulada, que no requiere atención a los aspectos formales de la lectura en voz alta. Las diferencias entre los objetivos de la lectura en voz alta y de la lectura silente determinan las estrategias y se reflejan en el desempeño en la comprensión. En segundo lugar, los datos obtenidos a partir del análisis de correlación muestran cómo se ven asociadas las medidas de velocidad lectora y comprensión silente, pero no de velocidad y comprensión en voz alta
¿Cómo lee tu hijo?
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